Se confirma la tendencia medieval de la Fiscalía, al impulsar la persecución penal de quienes se atrevan a defender la democracia o cuestionar el neofranquismo. ¡Viva el rey! ¡Muera la razón! ¡Abajo el pueblo!
Jaume d'Urgell
Manifestantes queman una fotografía del autócrata heredero de Franco |
Cuando todo hacía suponer que el procesamiento penal de los dibujantes satíricos del semanario “El Jueves” fue una equivocación, un exceso de celo, producto de algún trasnochado con toga, nos encontramos con un nuevo atentado a la razón crítica, que nos lleva a establecer un diagnóstico distinto: seguimos en el medievo.
Todo empezó con la manifestación del partido nazi en la Plaza de Colón, con su apropiación indebida de la palabra “España”, el falseamiento del número de participantes –como cuando el millón de españoles contra la retirada de embajadores– y las recientes declaraciones del fürer simplón, en el sentido de que iban a “ganar para devolver España a los españoles”.
Lo siento, siento no ser un intelectual, escribo las cosas tal como las veo: el puto PSOE se ha acojonado y se ha liado la manta a la cabeza, por miedo a perder votantes entre los fachas moderados que sienten vergüenza de asumir lo que son. ¿Consecuencia? Toda esta mierda de “Gobierno de España”, la ignominia judicial de El Jueves unida a la del Deia, las órdenes a la televisión pública para que acentúa el carecer no-dista de sus “informativos”, forzar el cumplimiento de la ley de banderas, la publicidad falangista de los alzados deportivos, etc.
Ya nadie duda de la vergonzosa dependencia de la Fiscalía
Hoy y aquí, los fiscales se limitan a cumplir las órdenes de los secretarios de organización de los partidos socialista y franquista. Hoy más que nunca, la “Justicia” es un instrumento más, al servicio de los especialistas en mercadotecnia electoral. ¿Cuánto vale situar un cartel de campaña en una valla publicitaria? ¿Qué coste tiene una página impar en un periódico de tirada nacional? ¿A cuánto está el kilo de fiscal?
Si para obtener un puñado de votos es preciso procesar a un ciudadano inocente, imputándole delitos abstractos, a causa de expresar sus ideas políticas, se le procesa. Si hay que encarcelar a un político vasco para reducir el efecto electoral de las mentiras del partido golpista, se le encarcela. Si para ofrecer una imagen de continuidad hace falta secuestrar un cómic de sátira política, se secuestra. No importa que para ello deba ignorarse la libertad de expresión, o que en todos los casos se tratara de actos de desobediencia civil no-violenta. No importa que no exista ni una sola prueba tangible de la comisión de delitos comunes. No importa que los medios técnicos contemporáneos hagan absurdo pretender amordazar la opinión pública. ¡Muera la inteligencia! ¡Viva el tirano! ¡Todo sea por los votos que nos permitan seguir robando a espuertas!
No solo tenemos más de una vara de medir,
Disponemos de un juzgado especializado en ello
En esta cárcel de países y ciudadanos, todavía conservamos un tribunal especial, cuya jurisdicción se superpone a la ordinaria, creando de facto una duplicidad estructural del Estado –tan fácil de denostar cuando hablamos de otros países–. Si el Estado se compone de Legislativo, Ejecutivo y Judicial, al menos ésta última pata se encuentra repetida: la existencia de la Audiencia Nacional, en pleno 2007, supone que no solo tenemos más de una vara de medir, sino que incluso tenemos un cuerpo de seudo-juristas especializados en utilizar la vara que mejor convenga a los intereses de la bestia oscura.
PP y PSOE consienten el mantenimiento
del medievo judicial que sufre la ciudadanía
No hace mucho, en el Ateneo de Madrid, tuve ocasión de conversar con un profesor de Derecho Constitucional de una reconocida universidad norteamericana, quien, llegó a decir: –Curioso país, España, donde ni los demócratas ni los republicanos se encuentran presentes en el arco parlamentario.
Y es cierto: del partido franquista mejor ni hablemos y en cuanto al partido socialista de nuestros días… es muy parecido a aquel PSOE que antes de proclamarse la Segunda República, compartía especio escénico, actuando en el guiñol de un afamado titiritero llamado Primo de Rivera, cuya marioneta preferida era el abuelo del militar no-electo que hoy defienden nuestros fiscales. Nada nuevo bajo el sol: si con tal de medrar en palacio, el estuquista madrileño llegó a congeniar con un dictador ¿por qué no habría de hacer lo mismo un picapleitos leonés?
Bipartidismo y falsa democracia,
dos caras de la misma moneda
Con tal de seguir gozando de los privilegios que les confiere el actual sistema de arbitrariedades, tanto PP como PSOE consienten –cuando no alientan y dirigen– la existencia de figuras que la mayoría de sociedades civilizadas ha excluido de su ordenamiento legal.
España está inmersa en el despotismo parlamentario, como en la peor etapa de los siglos XVIII y XIX, el partido antidemócrata y el falso partido socialista, se turnan la vez, en una infinita secuencia de cambios aparentes, que en realidad está destinada a no cambiar nada.
Represión de la libertad,
a la sombra de la corona
En este estado de cosas, no es de extrañar que el ministerio fiscal (sensu stricto), actúe como una extensión natural del gobierno, sometiéndose por completo a su dictado, defendiendo al rey contra las críticas de la creciente masa de súbditos que toma consciencia de su ciudadanía.
El Torquemada de turno procede contra quienes se atreven a demostrar su opinión, quemando una fotografía de la persona que encarna los contravalores de lo que debería ser un Estado de Derecho.
No se puede defender el prestigio de la corona,
porque la corona no tiene ningún prestigio
La irresponsabilidad penal del autócrata, su carácter hereditario, vitalicio y no-electo simbolizan la negación de la Igualdad. La mera fotografía del rey, vestido de militar, representa una amenaza contra el conjunto de la sociedad civil, y es por tanto, un ataque a la Concordia y la Fraternidad. El hecho de estar obligados a que nos represente alguien como el ciudadano Borbón, teniendo en cuenta su pasada actividad criminal como cómplice de un militar golpista, genocida y traidor (compartía despacho con Franco, le cubría las bajas y llegó a heredar su puesto de trabajo), eso, es la negación de la Libertad.
El rey representa lo opuesto a la democracia, por eso, quemar su fotografía es un acto de civismo democrático, y si me apuran, de patriotismo.
Por eso, las leyes destinadas a proteger el prestigio de la corona, y que todavía no hayan sido derogadas, deben serlo de inmediato. Además, es un acto de pura lógica: ¿Qué prestigio puede tener algo cuyo prestigio debe protegerse bajo amenaza penal? ¿Acaso el Código Penal llama “prestigio” a lo que en realidad debe entenderse como “miedo”?
La monarquía es un credo, y por ello,
carece de encaje en un país democrático
¿Qué prestigio puede tener una institución antidemocrática en el seno de una sociedad civilizada? Afirmar que la monarquía es una institución, equivale a decir que somos una teocracia, porque la fe en el rey no encuentra respaldo científico en ninguna razón argumentable.
La monarquía es una creencia (como lo demuestran la literatura sacra “el rey lo es por designio divino”, la Historia –al canonizar a múltiples tiranos–, e incluso el propio símbolo de la corona: coronada por una cruz). La monarquía es un credo, y si nuestro país es aconfesional, entonces, ésta debe ser abolida.
El fiscal pierde el tiempo
en absurdos autos de fe
Mientras lees este párrafo, en algún lugar de la geografía ibérica al menos una docena de concejales de urbanismo están aceptando sobornos de un constructor, a cambio de traicionar a la responsabilidad que adoptaron al aceptar el desempeño de su autoridad. Un puesto al que accedieron por delegación de la ciudadanía, la misma ciudadanía que acabará pagando en su hipoteca el coste de la corrupción.
Y mientras tanto, los escasos fiscales perdiendo su precioso tiempo –que también pagamos entre todos–, en perseguir a ciudadanos que osan cuestionar la existencia de un tirano en pleno S. XXI.
¿Acaso no hay nada mejor en lo que invertir los escasos recursos destinados a la Justicia? ¿No sería mejor dotar de competencias efectivas a la Fiscalía Anticorrupción? ¿No sería más noble dotar de medios y competencias al Tribunal de Cuentas? ¿No sería más civilizado proveer de adecuada asistencia legal a los seres humanos que llegan a nuestras costas suplicando existir?
La Fiscalía solicita la ayuda de Saura
Sabemos por la prensa que el fiscal del tribunal especial español ha solicitado la colaboración de los responsables policiales en la zona, para recabar datos que permitan proceder contra los vecinos que quemaron fotografías del rey en protesta por su la visita de éste a su ciudad.
Y cerramos el círculo: solicitan la coaboración de Joan Saura, precisamente, el personaje que pasará a la Historia de Catalunya como el Conseller de la Generalitat que enalteció a los empleados públicos que apuñalaban a civiles desarmados.
Corren malos tiempos para la democracia. Creíamos que solo trataban de arrancar las páginas de la Memoria Histórica correspondientes a los últimos dos tercios del S. XX, pero no… se atreven a más: los fascistas pretenden acabar con los efectos del Renacimiento y la Ilustración… seguimos en la Edad Media.
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