jueves, 27 de septiembre de 2007

Respuesta a la Casa Real

La Casa Real dejó conocer ayer su malestar ante el recrudecimiento de las protestas de la ciudadanía ante el mantenimiento de la institución medieval, al frente de la más alta magistratura pública del Estado. El argumento monárquico: tildar las protestas de ataques a la unidad de España. Bien, he aquí una réplica en clave republicana.

x Jaume d'Urgell


A juicio de una inocultable proporción de la ciudadanía, ha llegado el momento de terminar con una etapa de amenazas y arbitrariedades cuya máxima expresión toma cuerpo en la Corona.Lejos del pretendido prestigio que todavía se intenta proteger a través de la fuerza bruta y las leyes injustas, lo cierto es que, tras la eclosión de la razón crítica y el pensamiento libre, en nuestros días, el desprestigio de la monarquía, es un secreto a voces. La Corona, al contrario de los que nos querían hacer creer, ha demostrado ser el perfecto antónimo de la democracia; el comodín de los dictadores; el asidero de los inmovilistas y por supuesto, el chollo de una familia de déspotas hereditarios. Al señalar el carácter arbitrario de una institución contraria a la democracia, no pretendemos destruir el país, imponer el desorden, sovietizar la economía, atacar la libertad de culto, ni regresar a la guerra… todo eso son falsedades, embustes de quienes temen lo inexorable: la toma efectiva de los poderes públicos por parte de la clase trabajadora. Es cierto que en este país de países existen muchísimas cosas que deben mejorar: debemos ser capaces de encontrar una forma de convivencia pacífica, debemos acabar con la terrible injusticia social que se cierne sobre los trabajadores más humildes, debemos respetar el derecho de los pueblos a decidir sobre su futuro, y, por encima de todo: debemos respetar la voluntad de la ciudadanía, expresada en las urnas, sin más amenazas, ni fraudes, ni mentiras. Los republicanos no deseamos la muerte del ciudadano Capeto, sino todo lo contrario, queremos elevar su dignidad al status de ciudadano corriente, igual a los demás, con sus derechos y obligaciones. No queremos una guerra, bastante tuvimos con el asesinato masivo llevado a cabo por la derecha tras perder las elecciones en 1936. No atacamos la libertad de culto, puesto que, en nuestra esfera privada, todos somos libres de creer o no creer en lo que nos apetezca, y precisamente por eso, no es justo desequilibrar la libertad de los demás, malversando el Erario Público para satisfacer la ambición de ningún credo en particular. No perseguimos el caos, como máximo la anarquía, que no es lo mismo, y en cualquier caso, habría que ver, qué dicen las urnas. Dicen ustedes, que "al desprestigiar al rey atacamos a España", ¡valiente soplapollez! eso mismo podría haberlo afirmado Eva Braun, refiriéndose a los intereses particulares de su mil veces maldita familia, con la salvedad del cambio en el nombre del país. Estamos hartos de mentiras. Su embuste es retorcido y vulgar ¿acaso nos toman por necios? Ya nadie pone en duda, que España es una cosa y los Borbones otra muy distinta. El Patrimonio Nacional es una cosa y la cuantía de su botín, otra bien distinta, y si no, que se lo pregunten a sus empleados de banca privada, diversificadotes de cartera y gestión patrimonial en el extranjero. ¡No! Ni el rey es el país, ni el país es el rey. La península ya estaba en su lugar mucho antes de sufrir esa terrible desgracia llamada "Fernando VII". Y esa península (e islas) seguirá ahí, mucho después de que os hayamos echado de los cargos que usurpáis por designación del traidor del Ferrol. Ni los Borbones son España, ni España son los Borbones, porque un país no es una palabra –y mucho menos cuando ésta representa solo el producto de varios siglos de violencia contra los pueblos y las personas que habitan en su territorio–. No es posible desprestigiar la Corona, porque la Corona no tiene ningún prestigio. Todo lo que rodea su opaca, falsa e injusta 'institución' se caracteriza por el oscurantismo y el odio político, un errático equilibrio de intereses y ambiciones, vergüenza y miseria, dolor y violencia… embustes religiosos mezclados con la política… lo público con lo privado, el ridículo con la pompa, el insulto con la amenaza. Si un concepto es verdaderamente respetable ¿hacen falta leyes para penalizar los ataques a su prestigio? Vergüenza me daría, sentir que la ausencia de crítica proviene del miedo a la cárcel. ¿Acaso Pasteur necesita una ley para proteger su dignidad? ¿Hace falta una ley para proteger el buen nombre de Allende? ¿O el de Cervantes? ¿Necesita Gandhi de algún precepto que castigue su desprestigio? No se me ocurre nada más vulgar e ilógico que el respeto a la fuerza, porque entonces ya no es respeto, como mucho, miedo, pero entonces… ¿qué prestigio puede tener el miedo? En este país de países, el destello de la Corona ensombrece al menos cinco siglos de una terrible injusticia social, expansionismo genocida, exaltación de lo injusto, destrucción de culturas, fanatismo religioso y asedio a la razón. La Corona no solo simboliza la más antidemocrática fusión de poderes, sino que implica a existencia de una tutela divina sobre poder popular, algo incomprensible a la razón. El pueblo no necesita estar sometido al dictado de una estirpe de vagos inútiles, colaboracionistas dictatoriales, cleptómanos patológicos, y teócratas absolutistas. Un país no es una palabra, un país no es un estúpido sombrero de metal precioso colmado de joyas y una cruz, un país no es una bandera, ni un libro de mentiras escrito con el sudor de los trabajadores y la sangre de los justos. El alma de un país, es la voluntad de su ciudadanía. Por eso, los intereses particulares de una familia de déspotas armados, no tienen nada que ver con el interés de la comunidad. Causa asombro, consternación y vergüenza, contemplar como sobreactúan el luto nacional, llorando ante las desdichadas familias que sufren la pérdida de seres queridos, caídos creyendo defender mentiras que solo responden al interés económico de los cuatro cerdos que os regalan esos yates con los que nos insultáis cada verano. ¡Dejad de usar el nombre de España! ¡Vosotros no sois España! ¡Solo os representáis a vosotros mismos! ¡Iros a la mierda! ¡Exigimos elegir periódicamente a todos nuestros cargos públicos! Porque si no les elegimos, no son nuestros. La democracia tiene cuarenta y cuatro millones de dueños. Quemar una fotografía de un vago, rico, inútil, autócrata y militar, es un acto de patriotismo.Arriar una bandera izada por un traidor, es un acto de patriotismo. Respetar la voluntad de la mayoría, es un acto de patriotismo. Negar la patria, cuando ésta está presa de una mafia, es un acto de civismo.¡Salud y República!

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